Publicado por EL DIARIO VASCO el 1 de diciembre de 2008.
DIA MUNDIAL CONTRA EL SIDA
El sida es una pandemia global, pero
es en África donde ha adquirido un carácter apocalíptico. Todas las
cifras son aproximaciones, no hay estadísticas continentales ni
estatales fiables. Para hacernos una idea del drama, en el suburbio de
Kibera, dentro de la capital de Kenia, Nairobi, se calcula que la mitad
de su millón de vecinos está infectado.
José Luis de Barrueta nunca estuvo en África y, sin
embargo, este donostiarra, fallecido en 2004 a los 91 años, legó parte
de su nada desdeñable patrimonio a combatir el sida en ese continente.
Médico de formación, nunca ejerció y se dedicó a administrar la fortuna
familiar. Su albacea, el notario honorario José María Segura, elogia
cómo supo multiplicarla.
Gracias a esa habilidad, la Fundación Barrueta, que
Segura preside, dispone de más de seis millones y medio de euros de los
once que el filántropo legó para combatir la pandemia en el continente
más castigado. El vicepresidente de la fundación es Pedro Arrambide,
activo misionero hondarribiarra. Patxi Izulain, como secretario, y Koldo
Muro completan el patronato. El coordinador sobre el terreno de todos
los proyectos es el economista canadiense Claude De La Chevrotiere.
Arrambide seleccionó una serie de proyectos que el resto
del patronato fue a conocer, primero a Eritrea y Etiopía en 2006, y el
año pasado a Kenia. Segura anima a hacer «el camino de África» como se
hace el de Santiago, porque el continente es «un vuelco del corazón». El
notario jubilado recuerda a los niños depauperados de Halhal, en
Eritrea. «Había un proyecto de alimentación. Acudieron las mujeres con
sus hijos, pero se los llevaron al descubrir que no había comida para
ellas, porque si las madres morían, qué iba a ser de los pequeños»,
lamenta.
También hay motivos para sonreír. Segura y Arrambide
recuerdan emocionados la alegría «inenarrable» de un grupo de cien
mujeres seropositivas en el barrio de Kasarani, en Nairobi, el año
pasado. Les acababan de comunicar que les iban a dar leche en polvo para
que alimentaran a sus bebés sin contagiarles a través de la lactancia.
Muchas de aquellas mujeres estaban embarazadas, y el verano pasado,
presentaron a sus bebés, libres de la infección, al misionero
hondarribiarra.
Transmisión a los hijos
Precisamente, una de las prioridades de la fundación es
evitar la transmisión de madres a hijos. Para ello, hay que informar a
la madre, medicarla y evitar que dé de mamar. Segura y Arrambide
destacan además lo conseguido en el centro Cotolengo, en el barrio de
Karen, también en Nairobi, donde los bebés infectados por sus madres, si
reciben una alimentación adecuada antes de los cinco días, eliminan el
virus de sus cuerpos. Esta experiencia, financiada por Barrueta, es una
de las fuentes de información fundamentales para la investigación contra
el sida.
La fundación nunca se ha planteado el reparto de
preservativos «ni los han pedido», subraya Arrambide. Segura explica por
qué: «No son el tema. África es otro mundo». Primero, los hombres no
los iban a usar. Segundo, si el sida se extiende tan rápido es por la
prostitución y por las violaciones. En la aldea etíope de Mehalalu, los
hombres pidieron una capilla, pero ellas rogaron un molino porque «cada
vez» que salían a moler el grano, las violaban «a la ida y a la vuelta».
Esas agresiones son habituales en África, donde las mujeres recorren
largas distancias incluso para buscar agua.
Los otros tres frentes de Barrueta son los
antirretrovirales, el combate contra las enfermedades oportunistas y la
alimentación. Arrambide explica que hay mucho dinero para medicamentos
contra el VIH en África. Y desvela que «una de las pocas cosas buenas
que hizo Bush» fue crear un fondo para este fin de 15.000 millones de
dólares, que posteriormente el Congreso de EE UU renovó con 45.000 más.
Por ello, «los antirretrovirales salen gratis a muchos pacientes
africanos», pero si están mal alimentados, «hacen más mal que bien».
Barrueta prefiere financiar a instituciones religiosas
«porque dan garantía de continuidad y el coste de personal es mínimo».
Señalan que la Iglesia Católica lleva la cuarta parte de todas las
actividades contra el sida. Segura añade además que «los que más y mejor
trabajan en África son los religiosos».
El notario y Arrambide dan una larga lista de
congregaciones que llevan a cabo una labor impagable en Eritrea, Etiopía
y Nairobi, donde muchas personas, antes condenadas a muerte por el
virus, sobreviven gracias a ese trabajo abnegado y al testamento de un
donostiarra que supo convertir el dinero en vida.
http://subversado.blogspot.com.es/2013/03/el-cuento-de-la-gripe-y-el-genocidio-de.html
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