Entrevista publicada por EL DIARIO VASCO en 2009
«Una de cada cinco personas ha sufrido abusos sexuales en la infancia»
Su padre abusó de él y Joan, a través de sus libros, denuncia esta lacra oculta
Si está en la calle, mire a su alrededor. Una de cada
cinco personas que vea sufrió abusos sexuales en la infancia, según el
escritor barcelonés Joan Montané. Por lo que él y otros muchos
sostienen, los agresores tampoco andan lejos, y muy posiblemente usted
los trata a diario. ¿Debe cundir la desconfianza? «El enemigo está en
casa», advierte Montané, quien el viernes presentó en Donostia su libro Los niños que un día dejaron de soñar, arropado por la asociación de víctimas guipuzcoana, GASJE.
- Asegura que una de cada cuatro mujeres y uno de cada cinco hombres han sufrido abusos sexuales en su infancia.
- Las estadísticas siempre hay que tomarlas como una
referencia para hacernos una idea de la gravedad del abuso. Las más
manejadas arrojan que el 20% de la población ha sufrido abusos sexuales
antes de los 17 años, desde los más graves hasta tocamientos o
exhibicionismo.
- ¿Cómo se calcula?
- No soy un gran fan de las estadísticas en este sentido.
Te llevan a preguntarte quién responde a estas cuestiones. Normalmente
se toman sitios de referencia que a lo mejor no son del todo parciales.
El catedrático de Salamanca Félix López fue quien hizo los únicos
estudios oficiales en España hasta la fecha. Concluyó que el 15% de los
hombres y el 23% de las mujeres han sufrido abusos sexuales en su
infancia. La estadística se hizo en universidades y en toda España a
nivel representativo. Es el único estudio fiable y bien elaborado
realizado en el Estado.
- ¿Quiénes son los autores? Estas cifras nos llevan a preguntarnos si debemos desconfiar de nuestros allegados.
- De pequeños, nos advierten contra los desconocidos,
pero no sobre los conocidos. Gracias al foro que administro, que usan
miles de víctimas, hice mis propias estadísticas. Pregunté por los
autores y participaron doscientas personas. Entre el 60 y el 70% de sus
abusadores habían sido familiares; los conocidos, personas del entorno
además de la propia familia, representaban más del 90%; sólo el 4 o el
5% de los agresores habían sido personas absolutamente ajenas, extrañas a
ellos. El enemigo está en casa, más que fuera.
- Su padre abusó de usted durante años. ¿A qué edad comenzó su pesadilla?
- Es una pregunta difícil de contestar cuando el abuso ha
sido intrafamiliar. Si hablamos de abusos externos que pueden suponer
un shock, un antes y un después en el niño, es más fácil precisar. En
los familiares, el agresor normalmente ya tiene una estrategia y lo
presenta como un juego a un niño pequeño que no sabe qué es un abuso
sexual. Para cuando tienes una edad en la que te das cuenta de que no es
normal, ya estás atrapado en esta situación. Yo tengo recuerdos de
haberlos sufrido a los seis o siete años, pero es muy probable que
empezaran antes.
- Su anterior libro se llama Cuando estuvimos muertos. ¿Esa frase describió su vida?
- Sí, porque es una época en la que una parte de ti está
muerta. Cuando lo verbalizas y te enfrentas a ello, te das cuenta de que
antes estabas muerto.
- No fue consciente de los abusos sufridos hasta 2001, con 38 años. ¿Cómo llegó a esa consciencia?
- Algunos no lo recuerdan, pero yo nunca lo olvidé,
porque fueron continuados y hasta una edad avanzada. Por más que la
mente se esfuerce en olvidar los hechos traumáticos, en mi caso no era
posible. Lo recordaba, pero nunca pensaba en ello. Es algo que escondes
en algún rincón de tu memoria, como en la papelera del ordenador. Sigue
ahí y te sigue afectando, hasta que un día salió.
- ¿Cómo salió?
- De una manera imprevista, sin planearlo y sin ser
consciente del significado que tenía lo que decía. Se lo conté a mi
mujer cuando atravesábamos una crisis, debida a que los abusos me habían
generado muchas secuelas y problemas. La relación estaba a punto de
romperse. Un día, en una situación límite, se lo conté porque no veía
otra salida. Ella sí que se hizo cargo del problema y entendió su
gravedad, a mí me costó mucho más tiempo. Yo tenía una disociación tal
que no había asumido que toda mi vida había estado condicionada por lo
que sufrí en mi infancia. Fue un proceso de meses, en el que me ayudaron
un psicólogo y, sobre todo, una asociación similar a la guipuzcoana
GASJE.
- ¿Este trauma sólo se supera con el recuerdo?
- Se empieza a superar con el hecho de verbalizarlo,
contarlo, sacarlo fuera, a cuanta más gente, mejor, y si te enfrentas al
agresor, todavía mejor. Es el camino.
- ¿Se enfrentó a su padre?
- En cierta manera, sí. Fue mi mujer quien lo sacó a la
luz en mi familia y a todos, y a partir de ahí no me quedó más remedio
que enfrentarme a ello. Con mi padre, nos dijimos cuatro cosas y
cortamos la relación y nunca volví a tenerla. Hace poco, murió.
- De pequeño, ¿dejó usted de soñar, como los niños de su libro?
- El primer libro era más vivencial, más testimonial y
personal. Éste es una recopilación de toda la experiencia que he tenido,
es más reflexivo, y está muy centrado en las secuelas. Te roban una
parte muy importante de ti. Te quitan que puedas descubrir la
sexualidad, que descubras muchas cosas, y también sueños.
- ¿Se puede reconocer a estos niños?
- Sí hay indicadores que pueden levantar sospechas. Las
asociaciones tratan de formar a los profesionales en contacto con niños,
como profesores y pediatras, para que se fijen en ellos. Estas pistas
son, entre otros, los retrocesos evolutivos, como volver a orinarse en
la cama o un bajón en las notas; conductas muy sexualizadas, impropias
de la edad del menor; un niño que esté abusando de otro es un indicativo
clarísimo; y los trastornos alimenticios.
- ¿Cuáles son las principales secuelas psicológicas?
- Baja autoestima, sentimiento de culpa (frases como 'yo
podría haber hecho algo para que no ocurriera'). Las adicciones son
comunes: alcohol o drogas, la comida, el juego. La anorexia, la bulimia
y las autolesiones son frecuentes.
- ¿Se rompen familias?
-- Es el gran temor de quienes no hablan, pero contarlo
es la única manera de superarlo, y en cuanto a las consecuencias, que
cada cual asuma las suyas.
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