Los dos hijos de Hatidza, el de Hajra y los maridos de ambas fueron
asesinados en la matanza de 1995. Ellas luchan por que se haga justicia
07.11.08 -
DV. «Miles de madres de Srebrenica, al
igual que yo, morimos en 1995. Mi vida se acabó. Ya sólo respiro. En vez
de ver crecer a mis hijos, pido a Dios encontrar sus restos. Todas las
felicidades se han acabado para mí», declara Hatidza Mehmedovic, y nada
en su expresión lo desmiente. Los dos hijos de Hatidza, su marido y
todos los varones de su familia fueron asesinados por los chetniks
serbios en la matanza que comenzó el 11 de julio de 1995 en Srebrenica.
En apenas unos días, alrededor de 9.000 hombres fueron ejecutados.
Mehmedovic y Catic se acercaron ayer a San Sebastián para dar a conocer
su experiencia, de la mano de Idi Ezkerra y SOS Balcanes.
Srebrenica es una pequeña localidad bosnia situada muy
cerca de la frontera con Serbia. En 1992, bandas paramilitares y «el
propio ejército ex yugoslavo» lanzaron una ofensiva sobre la región que
sólo resistieron tres localidades, entre ellas Srebrenica, que fue
cercada y sitiada. En 1993, la ONU la declaró zona segura y quedó bajo
la protección de los cascos azules. Los lugareños se sintieron a salvo,
pese a que la comunidad internacional les quitó sus armas. Pero los
tanques serbios seguían acechando. En julio de 1995, los chetniks
empezaron a intentar romper el anillo protector. El día 10, el hijo de
Hajra Catic advertía desde la radio local que si la comunidad
internacional no hacía algo, aquella sería su última crónica.
El 11 de julio, el general serbio Mladic entró triunfal
en Srebrenica. «Ha llegado la hora de la venganza contra los turcos»,
anunció, en referencia a los musulmanes bosnios. Separaron a los hombres
de entre 12 y 60 años de sus familiares y cumplieron su amenaza.
Pero los supervivientes no presenciaron el crimen, y se
aferraron a la esperanza como a un clavo ardiendo. Catic recuerda que,
cuando en el 96 y en el 97 empezaron a oír hablar de fosas comunes, no
lo podían creer. «Pero, con el tiempo nos dimos cuenta de la verdad»,
que quiebra su discurso para hacerla llorar.
Ultraje a los muertos
Mehmedovic revivió el dolor de 1995 el 13 de noviembre de
2007. «Todo se volvió oscuro y no era consciente» de lo que le decían.
Habían encontrado el cuerpo de uno de sus hijos, pero no se podía saber
si era el mayor o el menor, porque fue enterrado sin ropa ni objetos
personales para impedir su identificación. Por el mismo motivo,
aparecieron restos de su marido en tres fosas distintas.
Mehmedovic y Catic presiden las asociaciones Madres de
Srebrenica y Mujeres de Srebrenica, respectivamente. Luchan por
recuperar los cuerpos de sus seres queridos y por que se haga justicia.
Ven a diario a «muchos genocidas, muchos Karadzic, muchos Mladic» que
viven libres en su región. Algunos incluso son alcaldes. No están
satisfechas con el Tribunal de la Haya, por «la lentitud de sus procesos
y la levedad de sus condenas». Quieren poder enterrar a sus hijos y
maridos para rezar ahí. Entre sus oraciones, una para «que nunca, nadie,
cometa otra vez algo así».
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